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sábado, 19 de noviembre de 2011

Capítulo 5: El extraño mundo

Marina salió del baño con expresión de furia. Se puso cara a cara con el monstruo.
-Pero, ¿qué haces?-Le dijo David.
-¿No te daba asco? ¡Estás como una cabra!-Añadió Emilio.
Marina, sin escucharles, dio un salto y Emilio, instintivamente, le lanzó una magia para que pudiera volar. Entonces Marina cogió el pincel como si fuera una espada y realizó algo parecido al ataque-giro de Link. El pincel soltó una gigantesca onda azul (ya que el pincel tenía una pintura azul en los pelos) y le dio al monstruo en toda la cara. El monstruo se derritió y el líquido se evaporó formando una nube verde que los envolvió. La nube, extrañamente se convirtió en un iglú de metal verde. Los chicos entraron y en una pantalla que había allí dentro ponía: TELETRANSPORTE. La puerta se cerró y los chicos sintieron un fuerte temblor, como si fuera un terremoto.
-¡¡AAAAAAAAAAAAAHHH!!-Gritaron.
Después de unos segundos que parecieron interminables el temblor se detuvo. La puerta se abrió y los chicos salieron al exterior.
Se encontraban en un extraño mundo muy colorido. Era de noche y, como pudieron averiguar mas tarde, allí era siempre de noche. Era una bonita noche. Con estrellas de colores y una luna muy brillante. Cuando la vista se les acostumbró a la oscuridad, vieron que ese mundo estaba hecho con... ¡Herramientas gigantes! Como el pincel de Marina. Había un bosque de lápices, árboles de tijeras, montañas de gomas de borrar... A Marina le encantó aquél mundo. Decidieron buscar a alguien para informarse. Llegaron a un lago de acuarelas en el que había un chaval tocando la guitarra. Al verles, se quedó enmudecido. Levantó un dedo tembloroso hacia Marina y dijo con una voz temblorosa:
-¡Ha-habéis tra-traído e-el pi-pincel legendario!
Continuará...

jueves, 10 de noviembre de 2011

Capítulo 4: La primera batalla de los Cybers.

Era miércoles y el equipo estaba en clase. Estaban en clase de lengua.
-Y de deberes, las actividades de la página 30.-Dijo la profesora.
-¡Pero hay un montón! ¡Son 10! -Protestó Emilio.
-Bueno, pues ahora también va la página 31.-Contestó la profesora de mal humor.
-¡Halaaa...! -Protestaron todos.
Había tocado el timbre del recreo y Emilio, David y Marina estaban comiéndose sus almuerzos.
-Yo tengo un bocata de queso.-Dijo David.
-Yo un zumo de piña y un kit-kat. -Contestó Emilio.
-Pues yo un bocadillo de salchichón. -Respondió Marina.
Después de comérselos tocó el timbre y se fueron a gimnasia. Durante la clase, oyeron un estruendo que venía de afuera.
-Voy a ver qué es, no arméis jaleo que vuelvo en seguida.-Dijo el profesor de gimnasia.
Aprovechando, Emilio, David y Marina se transformaron en superhéroes, cada uno a su manera: Emilio dijo una extraña palabra y dio tres vueltas sobre sí mismo; David cogió la patineta (que la llevaba en la mochila) y al montarse en ella apareció la espada negra; y Marina pulsó un botón del pincel (que lo llevaba en el bolsillo) para que se hiciera grande. Después, con ayuda de Emilio, que hacía hechizos y cosas, se teletransportaron al recreo.
Había un horrible monstruo de 8 ojos, sin boca pero emitía sonidos, 4 brazos y 9 pies (con razón era tan rápido). Emilio y David fueron a ver que pasaba y vieron al monstruo. Se asustaron un montón. Incluso Emilio, que es el más mayor de toda la clase, se hizo pipí y se le manchó la manta. David no paraba de reírse. Por otro lado, Marina estaba jugueteando con el pincel y se llenó la camisa de puntitos de colores, así fue como se hizo su traje de superheroína. David se hizo el valiente y se acercó al monstruo.
-¡David, no! -dijo Emilio.
David se acercó aún más al monstruo y le clavó la espada negra en el ojo.
-¡Puaj, que ascazo! -dijo Marina.
-Mira el lado bueno, ahora tiene 7 ojos. -dijo David.
Emilio, magicamente, hizó una cuerda y la ató a un brazo del monstruo. Tiró tanto que le arrancó el brazo.
-Eso también ha sido... asqueroso. -dijo Marina.
-Deja de quejarte. La verdad es que dos brazos a la izquierda y uno a la derecha no va bien. -dijo Emilio.
Con la misma cuerda le arrancó uno de los dos brazos izquierdos.
-Así esta mucho mejor. -dijo David riendose.
-Aj, voy al baño. -dijo Marina. Llegó al retrete y se puso a vomitar. Pobrecita. Parece que esto no le está gustando.
-¡Cuando salga del baño te vas a enterar, pedazo de bestia! -se dijo Marina a sí misma.
Continuará...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capítulo 3: Jugando con los poderes.

Emilio y Marina seguían todavía en la casa de David. Marina cogió otro folio porque el otro lo llenó de pececitos de colores. Le gusta mucho dibujar. Por otro lado, Emilio estaba volando por toda la casa, atravesando las paredes y todo eso. David no paraba de jugar a la Wii. Era bueno. Demasiado.
-¡Se me acaba de ocurrir una idea genial! -dijo Emilio.
-¿Cual? -dijeron David y Marina.
-Tenemos un examen del aparato digestivo, ¿no? -dijo Emilio.
-Sí, y estoy seguro de que voy a suspender. -dijo David.
-Bueno, pues ya que puedo atravesar cosas, meto la cabeza dentro de tí para ver el aparato digestivo y estudiarlo. ¡Si es que soy un genio! -dijo Emilio.
-La idea me mola pero solo podrás hacerlo tú, nosotros no. -dijo Marina.
-Pues es verdad. Mejor lo olvidamos. -dijo Emilio.
Al día siguiente, los tres quedaron en el parque para jugar. Descubrieron que se podían quitar y poner su traje cuando quisieran. David estaba columpiándose en el balancín. Se había llevado su patinete de Wii por que decía que le molaba un huevo. Emilio y Marina estaban sentados en el banco charlando de sus poderes. De pronto, vino un chico de unos 17 años que iba directo al patinete de David. Este sospechaba. El chico, cogió el patinete y se lo llevó. David, al ver esto, salto del balancín dando una increíble voltereta, cayendo en el palo del balancín. Este saltó y le arrebató el patinete al chico y se fue corriendo. Marina y Emilio se quedaron asombrados al ver esto y gritaron los dos:
-¡David, a sido impresionante! ¿Como lo has hecho?
-No se, pero ha molado que no veas. -dijo David.
Si querer, Emilio se transformó en fantasma y atravesó el cuerpo de un señor que paseaba y se fue corriendo y gritando. Estaba muy asustado.
-A eso lo llamo yo un susto de los de verdad. -dijo Marina.
-¡Sí! -dijo Emilio.
Los tres se reían. Eran muy buenos amigos. Se fueron a la casa de Marina.
-¿Donde estabas? ¿Sabes que hora es? -dijo la madre de Marina al entrar en su casa.
-Sí, son las... nueve y media. La he liado. -dijo Marina.
-Pues sí, señorita, es muy tarde, no son horas de venir a casa. ¡Vete a tu cuarto! -dijo la madre de Marina.
-Vale... -dijo Marina.

Continuará...